Cuando cae la nieve

Después de algo más de tres horas de viaje llegamos, era mi regalo por haber acabado más que satisfecha el primer semestre de la universidad y no lo pensaba desperdiciar. Como siempre me acompañaba mi cámara de fotos, pero en esta ocasión había algo más. En una segunda mochila iba mi nueva cámara de fototrampeo, un capricho, más que merecido, que había decidido darme y que este fin de semana pensaba probar.

El monte estaba en silencio y el frío se hacía notar, aunque no demasiado, ya que la mañana había comenzado con un sol espléndido. No se escuchaba ni un susurro, ni un cantar, excepto el ladrido de los perros y los disparos de los cazadores que, como siempre por estas fechas, recorrían el monte de un lado a otro. 

Con tanto cazador, el transito de animales estaba asegurado, y los caminos estaban llenos de huellas y excrementos frescos. No tuvimos que esperar mucho para ver como unos perros conseguían sacar a una cierva (Cervus elaphus) de su escondite. 


La mañana transcurrió con total tranquilidad y dediqué mi tiempo a observar distintos rastros.

















Seguimos el camino hasta que llegamos a unas rocas, donde paramos a comer. Más tarde me percaté que una de esas peñas era la letrina de varias ginetas (Genetta genetta), por lo que tuve entretenimiento para rato.







Cuando los últimos rayos de sol iluminaron el monte, colocamos el equipo y nos fuimos a descansar. El lugar no estaba mal, teníamos que probar suerte.


Encuadre de la cámara de fototrampeo


Antes de que amaneciese nos pusimos en camino para recogerlo todo. La aún dormida mañana se presentaba realmente fría, el agua todavía congelada y la escarcha en las hojas decoraban el monte, una estampa bien bonita de admirar.



















De nuevo, el terreno estaba marcado de numerosas huellas.











Los pájaros, todavía medio dormidos, tenían que estirar bien sus alas y calentar su musculatura antes de salir a volar.


Ratonero (Buteo buteo)

Esa noche, ningún animal se cruzó por delante de nuestra cámara, pero nos fuimos llenos de experiencias e historias, y seguros de que, más tarde o más temprano, una buena fotografía vendría a nuestras manos.

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